Tuvimos la oportunidad de conversar con Maru Linares, Distribuidora Máster y miembro del Círculo del Presidente. Ella conoce Betterware desde hace más de 6 años y nos cuenta cómo es que a partir de ahí cambió su vida.
Cuando inicié como Distribuidora no estaba muy convencida. En ese momento pasaba por una fuerte depresión: había perdido todo mi patrimonio y estaba muy endeudada.
En aquel entonces vivía donde podía, no donde quería. Cuando entré al baño del lugar donde rentaba, me di cuenta que ni siquiera tenía una tapa de baño y pensé, Lo primero que voy a comprar es una tapa para el baño. Poco después pasó algo muy curioso. En ese entonces, a las 6 semanas de ser Distribuidor, te enviaban algún producto de regalo. A mí me llegó una tapa para el baño. Para mí eso fue una señal de que ese era el camino que debía seguir.
Meses después me ofrecieron la posibilidad de trabajar como Promotora. Cuando fui a la Convención en Guadalajara recibí muchos reconocimientos, sentí que todo mi esfuerzo estaba siendo reconocido, ¡no lo podía creer! Ahí me di cuenta que lo que hacía, lo hacía por amor, amaba mi trabajo.
Posteriormente fui promovida hasta ser Directora Divisional. Sin embargo, por decisión personal decidí retirarme y continuar como Distribuidora nuevamente.
Me siento muy agradecida, ya que con mis ganancias en Betterware no sólo puedo pagar mis deudas, sino que ya tengo un auto pagado y otro que estoy terminando de pagar. Además, estoy por comprar mi propia casa.
Otra cosa que me alegra mucho es que he canjeado muchísimos premios y que, además de que he podido venderlos, también he podido compartirlos con gente cercana y mis seres queridos.
Tuve la oportunidad de ir al Viaje Internacional a Londres. ¡Fue un viaje maravilloso! A pesar de que en aquel entonces la zona a la que pertenezco pasó por situaciones complicadas, que en algún momento me hicieron pensar que no iba a lograrlo, el trabajo ya sembrado anteriormente definitivamente ayudó muchísimo para poder alcanzar esta meta. Disfrutar de los lugares tan lindos que visitamos, esa cena en el crucero por el Río Támesis, el sentirme reconocida, el poder convivir con nuestros directivos, ¡fue como un sueño!
Antes yo sólo existía, no vivía, y Betterware me revivió.